Y nos metimos en el barco, ella y yo. Vimos cómo la infinita protección nos hace menos libres, las barandillas te alejan los pies del agua, no puedes mojarlos, no puedes salir del espacio de seguridad, no puedes elegir. Entre las manos el batido frío y las manos de ella también frías, el airecillo del mar, los pendientes que brillaban dede ella directos a toda mi jaqueca; el frescor era el sabor del melocotón y el horizonte aplacando su rojez. Si no podemos ser libres con los pies en el agua imaginaremos, por lo menos, cómo era su transparencia entre los pies. Me besó con sabor a fruta. La tarde eternizándose en los labios, el amor también es una seguridad -recuerdo que pensé. 

Un batido muy rico para el desayuno o la merienda, una forma ideal de tomar fruta fresca sin pringarte los dedos.

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