Son tediosamente egocéntricas, desde el punto de vista europeo, las denominaciones de oriente: oriente próximo, oriente medio y lejano oriente. Qué atasco de Europa, qué terca, qué dobladillo de ego. Te orientes como te orientes la cultura no es próxima o media o lejana y la comida tampoco. Prueba comida del oriente medio y verás lo cerquita que está de tu casa.
Esta es otra de las maravillosas recetas que nos preparó Lola Toilette en su reciente visita. Una auténtica delicia que tenéis que probar; además, los ingredientes se encuentran en cualquier cocina. Aunque se asocia a la cocina israelí, se trata en realidad de un plato típico de Oriente Medio realizado básicamente a base de tomates y huevos, aunque admite múltiples variantes algunas de las cuales os mostraremos en el blog, como el shakshuka de espinacas y queso feta o el shakshuka con garbanzos y carne picada. En esta ocasión os presentamos el más sencillo, el original. Se caracteriza por ese color rojo fuerte del tomate y el pimentón (a veces también se le añade pimiento rojo para conseguir el color) en contrate con el blanco y amarillo de los huevos. Nuestra amiga Lola nos enseñó una deliciosa manera de disfrutarlo: sobre una rebanada de buen pan, añade salsa tahine y un poco de shakshuka por encima. Eso está de muerte.
1. Poner agua a cocer en una cacerola. Retirar el tallo a los tomates y por la parte inferior hacer un corte superficial en forma de cruz. Cuando hierva el agua añadir los tomates (todos juntos o por tandas), esperar a que vuelva a hervir y dejarlos unos 30-40 segundos en el agua. Retirar con la ayuda de una espumadera, enfriar bajo el chorro de agua fría y retirar la piel. Partir en cuartos y reservar.
2. Calentar los 60 ml. de aceite de oliva en una sartén y saltear el chile cortado en rodajas o la guindilla seca (si el plato no se desea muy picante, retirar después de saltear). Añadir los tomates cortados en cuartos y saltear a fuego fuerte 3-4 minutos (ver el truco que damos en los consejos). Después, reducir el fuego, tapar y dejar cocinar otros 30 minutos o hasta que estén bien fritos, removiendo cada 10 minutos y volviendo a tapar.
3. Pelar 10 dientes de ajo y partir en trozos muy pequeños (o usar la prensadora de ajos). Incorporar a la sartén con los tomates, junto con la cucharadita de sal, pimienta negra al gusto y 1 cucharada de pimentón dulce. Remover para mezclar bien y apartar del fuego hasta el momento de añadir los huevos (en caso de que se vaya a preparar con antelación).
4. Cascar los huevos en una taza o bol e ir añadiendo a la sartén de uno en uno (disponer un pequeño hueco con una cuchara para hacerles sitio). Tapar y dejar cuajar a fuego bajo.
5. Llevar a la mesa directamente en la sartén con el perejil picado espolvoreado por encima.
– Se puede usar una sartén o una cacerola baja y ancha. Nosotros utilizamos la sartén de hierro y nos quedaron riquísimos.
– Si no tienes tomates frescos puedes usar de lata, aunque sale más rico con los frescos. Un truco cuando añadas los tomates a la sartén: estrújalos entre las manos para que suelten su líquido y después los echas a la sartén.
– Ajusta el grado de picante a tu gusto (a nosotros nos gusta muuuy picante). Aparte de las opciones que te hemos comentado en la elaboración de la receta (usar guindilla/chile fresco o guindilla seca) también puedes usar guindilla molida o en copos. En ese caso, se añadiría al final de la cocción, en el último momento.
Aprende a preparar las auténticas croquetas de patata de Kill la kill.